Vamos de Cacería

Sobre ir al cine, La Marcha de los Pingüinos, La historia del camello que llora y Flores Rotas (fa! vamos a ver que sale)
Ir al cine últimamente se ha convertido en una cacería: la cacería del asiento perfecto. En la cola ya vas pispeando, la señora mayor habla seguro, las amigas muy peinadas también, los grupos de más de tres ni hablar, y encima seguro reparten bolsitas ruidosas y esas cosas, por supuesto mirar a todos aquellos que permanecen pegados a la pantallita del celular, no lo van a apagar porque seguro les está por llegar el mensajito de sus vidas y lo van a prender, lo van a prender.... ves los que tengan las manos desocupadas, los que lean las sinopsis, los que permanezcan sin hacer demasiados aspavientos, a esos hay que pegarse.
Entrada a la sala, la señora mayor con la señora peinada casi siempre eligen la parte de más atrás, mejor, no me gusta al fondo. Los quietos eligen el medio al medio o un poco más abajo, me siento al lado de la pareja que parecía callada, la sala se ocupa rápidamente, la gran puta, el respaldo de mi asiento está roto, encima se sientan a mi diestra la familia de la señora que emocionada con la novia del hijo hablaba sin parar en la cola. Esto no va bien.
Se apagan las luces y empieza la proyección de las colas de las pelis mientras al menos la mitad de la sala permanece parada mirando la entrada y llamando a voz en pecho a los que se quedaron atrás. Paciencia.
Comienza la proyección de La Historia del Camello que Llora. Mongolia, desierto, primer comentario de la señora a mi diestra: "ay, pero mirá que desolación". Esto no está nada bien pienso, nada bien. En resumen, a la señora la divirtió hasta la risa el camellito blanco, se impresionó con grandes aspiraciones en la parición, no pudo creer que esa gente viva así, y se la pasó sintiendo lástima del chivito, de la abuela, del niño que no tenía tele, del camellito blanco... "Aah ¡pero mirale la jorobita! Qué divino pobrecito". La película es una joya documental de un mundo que nos parece tan lejano en el tiempo, tan distinto, tan ajeno.
En Flores Rotas, el público se había retirado y quedaron sólo manchones. Me cambio de asiento. Bien, me digo, no hay señoras mayores, estoy lejos de la señora boluda, la pareja de mi diestra ahora no habla, lo sé por la peli anterior, los de mi siniestra tienen pinta de no hablar tampoco. Error. El muchacho seguramente muy conocedor del cine de Jim Jarmusch o de sus trucos, o de sus metaintenciones se la pasó riendo y gozando a comentario vivo con su novia que le pedía por favor se callase de una vez. Pero así y todo la película tiene un humor del no humor, situaciones de alta tensión, la vara doblada hasta el límite de lo tolerable. Un final un tanto abrupto, pero debía ser así para ser coherente.
Entrar a una sala completa, pero completamente vacía es un placer y una experiencia que a los que disfrutan el cine por esa burbuja que crea deberían probar. No estaba ni el proyectorista aún, la sensación era de extremo silencio y placer. Luego llegó uno y otro, habremos sido seis o siete. Y comienza la marcha. La Marcha de los Pingüinos es un documental que tiene unas imágenes bellas, hermosas, sugerentes, poéticas. Es una historia sobre la vida, la supervivencia, el plan de lo natural. Dos cosas que no me gustaron: la narración (doblada) un tanto boba y la música que parecía ir a destiempo de las imágenes, no tenía el mismo tono, o parecía demasiado extraña.
Al final de esta cacería del asiento uno se termina convirtiendo en un cazador casado, acorralado, en un borrego que se va amansando... por suerte no sonaron celulares... un logro del Cineclub Córdoba. Vamos por más!
por Seba della (el que se va sin que lo echen...)